En el hemisferio norte, la primavera se inicia cuando el Sol (astro que nos indica nuestro proceso evolutivo aquí en la tierra, hacia nuestra esencia, nuestro corazón) entra en el signo del zodiaco de Aries. Es el inicio del año astrológico, de la rueda del año. Es el inicio de la evolución de todo el zodiaco. Por tanto, Aries es el primer signo, la chispa que enciende el proceso, el impulso, la acción. De ahí que cuando llega la primavera, después de haber estado en la cueva interior durante el invierno, solemos sentir un impulso que nos lleva hacia fuera, hacia la acción. Es como el impulso del momento de nacer, después de haber estado 9 meses en el vientre de la madre, es el parto en sí. Y, como la mayoría ya sabrá, la experiencia de la gestación y el parto es crucial para el posterior desarrollo del bebé. Por lo tanto, la experiencia vivida durante el invierno y el estallido de la primavera es fundamental para iniciar el nuevo ciclo solar.

El problema es que hoy en día, durante el invierno, debido a los avances tecnológicos, no solemos ser tan conscientes de la luz del día, del frío… ya no necesitamos reunirnos todos en torno al fuego con la finalidad de calentarnos y tener luz. Del mismo modo, como consecuencia la velocidad a la que va todo hoy en día, a la necesidad de conseguir metas, de tener la agenda plena y bien organizada para poder atraparlo todo, no sentimos la necesidad de recogimiento e introspección al que nos invita el invierno. No vivimos el invierno en plena presencia. Estamos cada vez más desconectados de nuestra naturaleza.

Pero la primavera sí que nos llega… la sentimos, ¿verdad?

Entonces, ¿de dónde surge ese impulso? Si no hemos estado en el vientre de la madre… ¿Cómo podemos nacer?? ¿Cómo estamos iniciando un nuevo ciclo?

Siento que, ya desde hace años, lo estamos poniendo en marcha desde fuera, desde lo que nos dicta la sociedad y desde las obligaciones y las responsabilidades que nos autoimpongamos generadas desde el miedo, el control, la búsqueda de reconocimiento y amor fuera de nosotros. Es como si hubiéramos permitido que nos secuestraran nuestro YO.

Aries es la energía del YO individual, una energía fuertemente masculina (yang), energética, rápida, impulsiva, competitiva, de inmediatez, que mira solo por sí misma. Y también es la energía de la rabia, la impaciencia, con poca tolerancia a la frustración, que necesita la energía femenina (yin) para poder contenerse, al igual que la energía femenina necesita la masculina para poder actuar. Necesitamos ambas polaridades equilibradas. Cuando la energía de Aries está mal gestionada, se convierte en el conflicto (interno y externo) y el agotamiento (personal y mundial), ya que es una energía que no se puede sostener en el tiempo.

La energía femenina es la que nos permite ir hacia nuestro interior, es la escucha, conectar con nuestra vulnerabilidad, ir a nuestra propia oscuridad, sentir lo que necesitamos. Es una energía contenedora (como el útero de la madre que contiene el feto), que nutre. Es la energía que nos conecta con la madre tierra y que nos permite rendirnos al fluir de la vida. Una energía que, desgraciadamente, a pocos de nosotros nos han enseñado y, menos aún, felicitado por manifestarla las pocas veces que nos lo hemos permitido.

Por lo tanto, estamos en desequilibrio, nuestra sociedad está en desequilibrio, con exceso de energía masculina. Y Aries, para mí, es la energía más masculina de todo el zodiaco. Porque es yang (el zodiaco tiene 6 energías yang y 6 yin), pero también porque es una energía de fuego (elemento masculino, junto con el elemento aire) y su calidad es cardinal (inicia una estación, energía que asciende).

Por otra parte, la energía más femenina del zodiaco es la de Piscis, porque es Yin, elemento de agua (femenino, conjuntamente con el elemento tierra) y mutable (al final de la estación, energía de descenso). Justo el último signo de la rueda del año, el anterior en Aries. Describir la energía de Piscis es complicado, porque es una energía tan etérea que solo se puede sentir. Pero siguiendo el hilo del contexto, sería la energía de paz absoluta cuando morimos y, al mismo tiempo, la energía de paz absoluta cuando estamos en el útero de la madre. Es la energía final y la energía de antes del inicio. Es la energía de la disolución del YO, del TODO.

Así pues, si el exceso en el que vivimos fuera de energía femenina, tampoco sería sostenible, pues nada se accionaría o, incluso, no existiríamos. Con todo, es necesario el equilibrio entre las polaridades.

La energía del zodiaco que tiene la capacidad de encontrar el equilibrio entre dos polaridades, de forma armónica, sin exceso de ninguna de ambas partes, es la energía de Libra. Justamente la opuesta a Aries. Es decir, que para equilibrar la energía ariana, también deberíamos integrar en nosotros la energía de Libra, una energía que equilibra el YO con el TÚ, que no concibe a uno sin otro, que evita el conflicto.

¿Me sigues?

Si queremos que la sociedad evolucione, primero debemos evolucionar quienes la formamos, todos nosotros. Y para poder actuar desde nuestro YO verdadero (nuestra esencia), es necesario que vayamos adentro para saber qué es lo que queremos, qué es lo que nos nutre, qué es lo que necesitamos. Y dárnoslo, dárnoslo a nosotros mismos y no exigiéndole al otro o esperando que el otro nos lo dé. El otro nos hará de espejo. La relación con el otro nos dará la oportunidad (si nos observamos bien adentro con amor y compasión) de conectar con lo que nos hace vulnerables, con nuestra herida, con lo que necesitamos y no nos estamos dando. Será desde ahí que podremos iniciar un nuevo ciclo de verdad, como personas y como humanidad. Un nuevo ciclo en el que el femenino y el masculino estén en equilibrio, donde volvemos a sentir el invierno y así podamos emprender conscientemente con toda la fuerza en primavera. Para evolucionar aquí en la tierra, es necesario estar conectados a ella, porque ella y nosotros somos naturaleza, nacemos de la misma esencia.

Y como es abajo es arriba y a la inversa. El cosmos también habla. Los tránsitos actuales han sido la referencia astrológica que me han inspirado a reflexionar y, a posteriori, compartir, porque no es algo que me afecte solo a mí, nos afecta a todos, seamos conscientes de ello o no.

Plutón entró en Acuario poco después del equinoccio de primavera (y estará hasta el 11 de junio de 2023, momento en que retrograda en Capricornio. En enero 2024 vuelve a Acuario hasta septiembre 2024, momento en el que retrograda nuevamente. Por último, en noviembre 2024 entra de nuevo en Acuario para permanecer en el signo hasta el año 2044). Este tránsito nos indica importantes cambios en la sociedad. Hacia dónde se den estos cambios depende de cada uno de nosotros. Nos encontramos en el inicio, en el punto más ariano de este cambio, que evolucionará y finalizará en el año 2044. Y Aries, tal y como ya he explicado, está herido y la herida se expande (stellium de Sol, Quirón y Júpiter en Aries). El personaje dentro de nosotros que sale a actuar para cuidar, protegernos y contenernos desde lo emocional (Marte en Cáncer) se siente en tensión con la herida de nuestra esencia de acción (porque está en cuadratura con el Stellium de Sol-Quiró-Júpiter, hasta el 2 de abril) y, al mismo tiempo se siente confundido y eso le incomoda (cuadratura Marte-Neptuno hasta el 3 de abril). Por suerte, la realidad (Saturno) nos puede ayudar a llevar a cabo el trabajo con nuestro interior y nuestro inconsciente, teniendo la valentía de mirar adentro y hacernos responsables de lo que sentimos (Marte en cáncer en trígono con Saturno en Piscis).

La luna está creciendo, nos está dando la oportunidad de sentir las emociones que se nos despiertan respecto al eje Aries-Libra, el equilibrio entre el YO y el TÚ, el equilibrio en nuestras relaciones. Este crecimiento llegará a su clímax (luna llena) el 6 de abril a las 6.34 h de la mañana (en Cataluña). La próxima luna nueva volverá a ser en Aries (la luna nueva del mes de marzo también fue en Aries) y, esta vez, eclipsará el Sol (20 de abril a las 6.12 h de la mañana).

Y, por último, comparto contigo, desde otra perspectiva, mis reflexiones.

Deseo que, de una forma u otra, te lleguen mis reflexiones y tú también quieras formar parte de un cambio evolutivo positivo, con aumento de conciencia.

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